Para cocinar legumbres, ponerlas en agua la noche anterior (salvo las lentejas). Al día siguiente, echarlas a una cacerola con agua fría que las cubra y cuando empiece a hervir bajar el fuego y cocer a fuego lento para que no se deshagan. Siempre tienen que estar cubiertas de agua. La sal se echa en los últimos minutos para evitar que se endurezcan.
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