Si hubieseis visto un comedor con casi ciento cincuenta comensales, y todos pidiendo palillos al terminar la comida. El camarero los distribuía hasta incluso sin pedirlos, a continuación empezó el espectáculo, los más finolis se ponían la mano izquierda delante de la boca y con la derecha iban en busca del tesoro, nunca mejor dicho, el horno no esta para bollos, pero aun nos quedan los palillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario